La cabaña de Hugo Flores, que recibÃa a cientos de visitantes cada año, era el punto de partida de la Carrera del Fin del Mundo, competencia de trineos para participantes venidos cada año con sus perros desde todas las latitudes y que fue suspendida debido al COVID-19.
El cierre de fronteras en Argentina golpeó a su emprendimiento que se nutre principalmente de visitantes extranjeros y que recibÃa a unos 150 turistas diarios antes de la pandemia.
Pero las copiosas nevadas de las últimas semanas en Tierra del Fuego le dieron revancha para captar al turismo interno en momentos en que la nieve escasea en otros centros invernales argentinos y cuando el gobierno relajó algunas de las restricciones sanitarias.
“Ushuaia está llena de turistas, pero la temporada pasada fue como vivir un naufragioâ€, relata a la AFP Flores al recordar un 2020 en el que creyó que su negocio se acababa.
- Arte e instinto -
Sus 152 perros de la raza husky siberiana y alaskan consumen una tonelada y media de alimento balanceado al mes, pero lo que más necesitan es ejercicio y cuidado constante. Voluntarios ayudan en las tareas a la par que reciben clases de conducción de trineos.
“A los perros no los adiestramos, correr está en su instinto, pero hay que entrenar a los lÃderes para que sigan el rumboâ€, explica sobre el arte de conducir.
Paciencia es la principal virtud que cree necesaria para dominar a este tipo de canes conocidos por su belleza y su tosudez.
“Hay silbidos que son estÃmulos para que el perro sepa que estoy detrás, cualquier persona con fortaleza en los brazos y que soporte el frÃo lo puede hacerâ€, aseguró.
- Perros polares -
A más de 3.000 km al sur de Buenos Aires, la jaurÃa se alborota en un ensordecedor aullido colectivo cuando Hugo sale de la cabaña para elegir a los perros que emprenderán la próxima travesÃa.
Cada perro hace un máximo de seis carreras diarias, un recorrido que los turistas terminan con un chocolate caliente en la cabaña de Hugo.
“Salen a correr a diario, lo necesitan para sentirse felicesâ€, explica este hombre de 58 años que se inició en el oficio tras quedar fascinado con los extintos perros polares argentinos.