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RÍO NEGRO: QUE NO HAYA NUNCA MAS UN YAYO QUE SE MUERA POR NO PODER VIAJAR A DIÁLISIS

La triste realidad de los pacientes que desde Ingeniero Jacobacci tienen que vivir para viajar a Bariloche 3 veces por semana.

“Yayo, mi hermano mayor era un paciente con enfermedad renal crónica. En aquella época, no funcionaba el servicio de trafic. Tenía que ir los lunes, miércoles y viernes, a hacer la cola a la terminal a sacar pasaje para, los martes, jueves y sábados ir a dializar a Bariloche. Se levantaba a las cuatro de la mañana, para salir a las cinco en colectivo, llegar a Bariloche, ir a diálisis, y después allá, hacer tiempo hasta las cinco de la tarde, para regresar al pueblo. Y al otro día de nuevo a la misma rutina. Empezó a viajar cada vez menos, a veces se descompensaba y salían en ambulancia de urgencia a Bariloche con él, andaba bien un tiempo y volvía a lo mismo, hasta que un día no viajó más, se cansó, se entregó, murió en junio del 2011, tenía 39 años.- Ahora, en el año en curso, 2020, 9 años después, si NUEVE AÑOS después, les voy a contar sobre Susana y un poco de la vida "normal" de ella. Los días martes, jueves y sábado, se levanta a las seis de la mañana, toma tres pastillas (vitaminas y esas cosas), a las siete u ocho, la pasa a buscar la trafic y si todo está bien, a las once llega a Bariloche para tomar su colación y entrar a dializar cuatro horas, cuatro horas enchufada a una máquina que limpia su cuerpo, termina, toma otra pastilla, la controlan y si no pasa nada extraño (presión arterial, que se tape la fistula, que no termine débil, etc) a las cinco se vuelve en la trafic, para llegar acá a las ocho, nueve de la tarde. A la noche toma seis pastillas más. A todo eso se suma, dieta estricta, no tomar mucho líquido y muchas otras recomendaciones para no descompensarse mientras esté acá en el pueblo, en su casa.- Como mencioné, esa es su vida "normal".- Hace aproximadamente un mes, tuvo contacto en la misma trafic en la que viaja con pacientes de Comallo y Pilcaniyeu, con un paciente que después terminó siendo Covid positivo, se activó el protocolo desde el hospital local y ella y sus compañeros, partieron nuevamente para Bariloche, porque todos ellos son pacientes de riesgo y era más seguro que estén allá. La hisoparon, dio negativo, cumplió la etapa de aislamiento y cuando le dan el alta, decretan el Cordón Sanitario acá, no puede volver. Entre el aislamiento y los días que no pudo volver por el cordón, pasó un mes, un mes encerrada en una habitación de hotel, comiendo mal, muy mal, (hoy está anémica a causa de ello), sin nada que hacer, aburrida, a veces loca, a veces enojada, a veces resignada, en fin. Pudo volver la semana pasada, ya había pasado todo lo malo.- El año pasado, no recuerdo la fecha, nevó, se cortó la ruta, la trafic no pudo avanzar, tuvieron que volver. Salió la ambulancia con ella y un compañero y el acompañamiento de Defensa Civil para Bariloche, llegaron tipo diez de la noche, dializaron y a la una de la mañana ella y su compañero, daban vueltas por Bariloche, todo nevado, sin tener a donde ir. Hoy, cuando la trafic no pudo salir y se barajaban las opciones para poder llevarla a ella y a sus compañeros, le dijo a su doctora por teléfono que ella no iba a viajar, que no iba a pasar por lo mismo que pasó el año pasado. Su doctora le contestó lo que todos sabemos, "Susana ustedes no pueden estar más de tres días sin hacer diálisis porque se mueren", doloroso, pero real.- No quiero polemizar, quería contarles como es la vida de un paciente con enfermedad renal crónica, esta es la historia de Susana, con algunos detalles porque es mi suegra y porque la conozco, pero hay más gente que padece a diario tener que convivir con esta enfermedad. Algunos la pilotean mejor, a otros les cuesta más. Muchos de ustedes saben cómo es, otros no, por eso escribí esto, para que se sepan y se pongan un poco en el lugar del otro. Hay gente que la pasa mal de verdad, no les importa quién los lleve, les importa llegar, porque si no se mueren. No hagamos de algo tan delicado una guerra sin sentido, que no soluciona nada, ni mucho menos alivia la calidad de vida de nuestra gente. Que no haya ningún Yayo más en este pueblo, por favor. Seamos más humanos, no estamos libres de nada."

Así lo relato Gabriela Finnegan e Facebook, buscando conseguir empatía  por quienes a diario conviven y ponen lo mejor de sí para salir adelante  con una enfermedad crónica, tal vez algún político entienda que la salud no es un negocio, es un derecho y que se necesita una máquina de diálisis en Ingeniero Jacobacci, para que nunca más haya un Yayo.

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