Ya la casi totalidad del territorio ucraniano está a oscuras, aproximadamente el 80% de la infraestructura se destruyó o está inoperable. Sin electricidad tampoco funciona el suministro de agua y probablemente falta la calefacción para pasar el invierno riguroso, el que todavÃa ni empezó.
Esto es como decÃamos allá por febrero: esta guerra no es negocio de los ucranianos, es negocio de otros. Rusia puede triunfar e imponer el ordenamiento multipolar —lo que creemos va a pasar— o la OTAN puede ganar y someter a Rusia. Pero sea cual fuere el resultado Ucrania va a quedar arrasada.
Eso es lo que pasa cuando un pueblo-nación es inducido a desconocer el continuum territorial en el que está implicado de hecho y a comprar alianzas ideológicas con potencias que están lejos en todos los sentidos. Cuando eso pasa, el pueblo-nación en cuestión es sacrificado.
Ucrania es un paÃs eslavo y pertenece histórica y culturalmente al Este, todos sus lazos están atados a Oriente porque son orientales. Por alguna extraña razón los ucranianos siguieron a lÃderes que les prometÃan una Ucrania occidental que no puede ser.
Los ucranianos se equivocaron, nunca van a ser alemanes, ingleses ni franceses, incluso porque estos no los quieren a los ucranianos en su selecto club. Entonces van a quedar devastados.
De ganar Rusia la guerra, serán un satélite de Moscú. Los rusos van a reconstruir lo que destruyeron, pero van a llenar el territorio de rusos. Y si gana la OTAN no van a reconstruir nada, van a dejar ese territorio deshabitado para una mejor explotación de sus recursos naturales y su capacidad de producción de alimentos.
Es decir, gane quién gane Ucrania seguro pierde. Ese es el precio de dejarse utilizar como tÃteres.