La cantante, actriz y reina de la televisión italiana Raffaella Carrà ha muerto este lunes a los 78 años a raÃz de una enfermedad que mantuvo en secreto hasta el último momento. Quien ha dado la noticia que ha conmocionado a Italia ha sido Sergio Japino, quien fue su compañero durante muchos años. Con ella su paÃs pierde a una de sus mayores divas pero también uno de los iconos de la libertad más queridos en España, autora de éxitos inolvidables como Caliente, caliente o Hay que venir al sur, que marcaron a enteras generaciones.
"Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento permanecerán para siempre", ha declarado Japino en nombre de su familia. La Carrà ha fallecido a las 16.20 de este lunes sin que se sepan detalles de su dolencia, que "desde hace un tiempo habÃa atacado su cuerpo menudo, pero lleno de energÃa". La discreción con la que habÃa escondido su estado habÃa sido su propio deseo, como "el enésimo gesto de amor hacia su público y hacia los que han compartido el afecto", para que su calvario no empañase su recuerdo.
Por el momento se desconoce tanto el lugar de la muerte como los detalles de la celebración del funeral. En sus últimas voluntades, Carrà pidió un simple ataúd de madera sin pulir y una urna para contener sus cenizas.
El año de la pandemia habÃa sido un año especialmente difÃcil para la musa, que reconoció en su última entrevista en el Corriere della Sera que tenÃa mucho miedo a la Covid-19, asà que se habÃa encerrado en su casa de Roma. "No salgo y asà este 2020 se ha convertido en un año sabático. El 31 de diciembre se debe romperlo todo. Lo haré en mi terraza, a costa de llamar al albañil el dÃa después", dijo, con su caracterÃstico humor.
Raffaella Carrá es recordada por ser una artista total que revolucionó la televisión y exportó por todo el mundo sus nuevas fórmulas de espectáculo, especialmente en España y en Latinoamérica, donde se le tiene un cariño muy especial. Conquistó a la España conservadora de los años setenta como un nuevo mito sexual, y desde allà dio el salto al otro lado del Atlántico.
Nació en Bolonia, en el centro del paÃs, en 1943 como Raffaella Maria Roberta Pelloni, su verdadero nombre. Escogió su identidad artÃstica por sugerencia de un realizador televisivo. El apellido lo tomó del pintor futurista Carlo Carrà , pero mantuvo el Raffaella, que lo vinculaba a uno de los mayores exponentes del renacimiento, Rafael. Antes de convertirse en la sensación televisiva europea intentó probar suerte en Hollywood, pero no encajó. Contaba que habÃa demasiada droga y demasiadas fiestas. Siempre se sintió más a gusto en su querido Mediterráneo.
De ideas claras desde que jovencÃsima, Carrà soñaba con ser artista desde que tenÃa tres años y se arrancó a bailar en una fiesta casera. A los nueve años participó en una pelÃcula y con sólo diez se trasladó a Roma para aprender danza clásica después de suplicárselo con fuerza a su madre, separada, que la educó en un ambiente de absoluta libertad del que hizo gala durante toda su vida.
Icono de la emancipación femenina, también fue un sÃmbolo gay -antes de Madonna- en una época en que luchar por los derechos LGBT no era tan sencillo, a quienes dedicó su canción Lucas. En el World Pride celebrado en Madrid en el 2017 fue elegida Icono Gay Mundial entre el aplauso general. "Cada criatura, respetando a los demás, debe vivir su sexualidad con libertad", explicaba a este diario ése mismo año.
Con quince años entró en el Centro Sperimentale de CinematografÃa, y cinco años después desembarcó en Barcelona con la compañÃa de teatro Giulio Bosetti para participar en el Festival de Prosa Latina, con la obra de Diego Fabbri Il seduttore. Comenzó a actuar en pelÃculas, incluyendo El coronel Von Ryan, con Frank Sinatra, a quien dio calabazas, "y el no lo entendió".
Sin embargo, su verdadero estallido llegó con la pequeña pantalla. En Italia se convirtió en la reina de la televisión, capaz de cantar, bailar y presentar, y revolucionó la RAI democristiana sin miedo a romper tabúes. Debutó en el programa Tempo di danza en 1961 pero se hizo muy famosa siete años más tarde, cuando enseñaba el ombligo por primera vez en la historia de la televisión italiana presentando Canzonissima. Hasta el Vaticano censuró su estilo con la histórica coreografÃa del sensual Tuca Tuca, por el que fue apodada "el ombligo de Italia". "No hubiera imaginado nunca que mi ombligo hiciese tanto ruido... para mà era natural vestirme con la moda de esos tiempos", sostenÃa ella hace unos años.
En España, además de por sus célebres temas como Qué dolor o Fiesta, se la recuerda por los programas Hola Raffaella en TVE y En casa con Raffaella en Tele 5. Garantizaba una audiencia inmediata. Su primer recopilatorio con sus temas más emblemáticos traducidos al castellano se publicó en 1976 bajo el nombre Raffaella Carrà , en el que ya figuraban temas como En el amor todo es empezar o Rumores, versión de su famosÃsimo Rumore.
Las mayores personalidades del mundo del espectáculo, pero también polÃticas italianas, han manifestado su dolor por la muerte de un sÃmbolo nacional. El presidente de la República, Sergio Mattarella, la ha definido como un "rostro televisivo por excelencia que transmitió con su talento y simpatÃa un mensaje de elegancia, gentileza y optimismo". "Fuiste, eres, siempre serás la reina. Para mÃ, para el mundo entero", ha dicho Laura Pausini, para quien siempre fue un referente. Hasta se ha despedido de ella el Juventus, el club del corazón de una apasionada del fútbol y seguidora del equipo de TurÃn.
Quizás la mayor diva de Italia, en el 2016 anunció entre lágrimas que querÃa retirarse de la televisión para pasar el testigo a las nuevas generaciones, pero fue incansable hasta el último momento. Nunca tuvo hijos, aunque ella siempre dijo que tenÃa miles gracias a Amore, un programa con el que hizo que se adoptaran 150.000 niños. Sus seguidores se quedan hoy también huérfanos de un sÃmbolo pop de la Italia más descaradamente feliz. "Mi carrera ha sido una sorpresa constante -decÃa- y esto es lo mejor: disfrutar de algo pequeño o grando significa vivir".