El yacimiento arqueológico del Cerro de San Vicente, considerado el origen de Salamanca, acoge una secuencia de excavaciones cuya parte más antigua revela la presencia de un poblado de la primera Edad del Hierro, entre los siglos VII y IV antes de Cristo. Es en este lugar donde se han localizado vestigios de un amuleto de la diosa egipcia Hathor.
Los arqueólogos de la Universidad de Salamanca y del Ayuntamiento de la ciudad estiman que el abalorio, una pieza de color azul y apenas un centÃmetro de longitud, es un producto manufacturado en
el antiguo Egipto o en las factorÃas fenicias de la época, que pudo llegar a la penÃnsula ibérica en torno al año 1000 a. C. Representa a Hathor, hija de Ra y madre y esposa de Horus, diosa de la alegrÃa, la maternidad y del amor. Carlos Macarro, el jefe del equipo de arqueólogos municipales, explica que el material con el que fue fabricado se denomina fayenza, una especie de cerámica de cuarzo tÃpica de los trabajos de artesanÃa egipcios y de color azul, la misma tonalidad que tiene el objeto encontrado.
Además del amuleto, asimismo se han hallado cuentas de collar y un fragmento de un cuenco, también de fayenza. Se constata asà un intercambio comercial acaecido en la penÃnsula ibérica en la primera época de la
Edad del Hierro, entre 900 y 400 años antes de nuestra era en la zona de la actual Salamanca y la posterior VÃa de la Plata. De hecho, metales como el hierro o el estaño protagonizaban las rutas comerciales de ese tiempo.
Los objetos fueron encontrados en el transcurso de los trabajos de excavación en lo que debió ser la casa de un personaje importante de la época en el Cerro de San Vicente, lugar al que acudÃan
comerciantes fenicios para intercambiar mercancÃas con los pobladores locales. Es decir, habÃa un eje comercial que aseguraba la llegada de productos manufacturados en Egipto y el Mediterráneo occidental, y una persona o patriarca con posición importante dentro del poblado capaz de adquirirlos.
Entre los otros restos descubiertos, también destacan un fragmento de cerámica de engobe rojo fenicio y elementos litúrgicos de terracota, como figuritas, un vaso fenicio y una mesita. Todo parece indicar que el morador de la vivienda gozaba de cierta vida social, bien organizando banquetes para huéspedes o bien recibiendo a comerciantes, pues la región es rica en hierro y casiterita (de donde se extrae el estaño), metales con mucha demanda entonces en el Mediterráneo y Oriente Medio.
Abalorios y amuletos se venÃan encontrando
en las necrópolis, pues se enterraba a las personas junto con los objetos que mayor valor otorgaban los fallecidos. Pero el hallazgo egipcio revela algo nuevo; aparecen en una casa señorial donde, probablemente, su dueño gozaba de posición prominente, el único capaz de adquirirlas. Y esta vivienda se hallaba en un poblado formado por edificaciones de adobe, de unos 30 metros cuadrados de superficie y forma circular.
Los habitantes del poblado se dedicaban a la explotación agropecuaria y a la producción artesanal de alfarerÃa, con escasa metalurgia (bronce, sobre todo) y escaso uso del hierro. Según interpretan los arqueólogos del yacimiento del Cerro de San Vicente, el asentamiento en principio atendÃa a una sociedad igualitaria y organizada en grupos familiares, unos 250 individuos en total. Pero la casa señorial y el amuleto egipcio revela un nuevo contexto, en el que las clases sociales podÃan estar diferenciadas.