Casi tres millones de personas residen actualmente en la moderna ciudad de Roma. Como capital de Italia, es la cabeza visible de una nación que abarca la penÃnsula itálica, el valle del rÃo Po y las islas de Sicilia y Cerdeña. Sin embargo, hubo un tiempo en que sus dominios se extendÃan desde las islas Británicas hasta los desiertos de Ãfrica, desde las costas atlánticas hasta el Mar Negro y el Eufrates. ¿Qué población contaba entonces la capital de uno de los mayores Imperios de la Antigüedad?
No contamos con datos que nos permitan establecer- aunque sea de forma aproximada- la cantidad de personas que habitaban la Urbs durante la MonarquÃa y primeros siglos del perÃodo republicano. No será hasta el siglo I a.C. cuando se registren ciertos datos que permitan acercarse a la demografÃa de la ciudad, constatándose un crecimiento constante de población hasta mediados del siglo I d.C. que se consolidará ya en el siglo II.
La declaración de guerra a los aliados en el año 91 a.C y, como consecuencia, una enorme afluencia de refugiados de toda Italia que se negaban a unirse a los sublevados y buscaban un lugar seguro en que estar a salvo, provocó, sin duda, un aumento significativo de la población. Los censores del año 86 a.C. renunciaron a hacer un censo general de las ciudades entonces bajo dominio de Roma, y, en su lugar, procedieron a enumerar todas las categorÃas de habitantes de la Urbs, dando una cifra total de hominum CCCCLXIIII milia.
Treinta años después, esta cifra habÃa aumentado ligeramente si, tal como afirma Lucano, Pompeyo, que habÃa asumido en septiembre de 57 a.C. la responsabilidad de la Annona (1), hubo de almacenar el trigo suficiente para alimentar al menos a 486.000 ciudadanos. Tras el triunfo de Julio César, en 45 a.C., la población volvió a aumentar, aunque no podemos establecer su número de forma exacta. El crecimiento, con todo, es evidente, puesto que en lugar de las 40.000 o 50.000 personas acogidas a la lex frumentaria (2), según señalaba Cicerón en el 70 a.C., en sus Verrinas, por una orden de César se estableció 150.000 el número de beneficiarios.
Este crecimiento demográfico continuó en el principado de Augusto, ya que poseemos indicios que nos permiten fijar el número de habitantes de la Urbs en alrededor de un millón. En primer lugar, contamos con los datos de la cantidad de trigo que, durante su gobierno, la Annona se vio obligada a almacenar anualmente para satisfacer las necesidades públicas: 20 millones de modi (1.750.000 hl), que, según cuenta Aurelio VÃctor, llegaban de Egipto, y el doble de esa cantidad suministrada por el resto de Ãfrica, según señala Josefo. En total, 60 millones de modi (5.250.000 hl) que, a razón de un consumo medio de 60 modi (5,25 hl) por persona y año, nos da una cantidad de un millón de almas asistidas por la Annona; teniendo en cuenta que la Annona almacenada por Pompeyo en el 57 a.C., daba alimento únicamente a unas 486.000 bocas, eso supone un incremento poblacional aproximado de 514.000 personas en Roma en poco más de 60 años.
Contamos asà mismo con la declaración del propio Augusto en sus Res Gestae, según la cual, siendo nombrado tribuno por vigésima segunda vez y cónsul por duodécima vez, es decir, en el año 5 a.C., entregó 60 denarios a cada uno de los 320.000 habitantes de Roma. Ahora bien, si nos atenemos en exclusiva a los términos empleados por el emperador, deducimos que este dinero solo se distribuyó entre los varones adultos; viritim, especifica el texto latino. Por tanto, excluÃa a las mujeres y a los niños menores de once años, censados sin embargo como individuos de la plebe de la Urbs.
Por ello si tenemos en cuenta el Ãndice de natalidad registrado en la antigüedad, y atribuimos, basándonos en el mismos, una media de dos-tres hijos por ciudadano, podemos establecer un cálculo aproximado de población en el 5 a.C. de 675.000 cives, a los cuales se han de añadir los cerca de 1.000 soldados que residÃan en Roma pero no recibÃan el donativo imperial, ni la multitud de extranjeros con casa en la ciudad ni por supuesto a los esclavos. Todo ello permite establecer la población de la Roma de Augusto en un número cercano al millón de habitantes, cuando no superior, lo que confirma el dato dado por la Annona.
Este aumento de la población de Roma repercutirÃa en el crecimiento de la superficie ocupada por la ciudad, tal como refleja la comparativa de dos estadÃsticas sobre los vici romanos, separadas entre sà por más de tres siglos Los vici eran los barrios romanos en los que se dividÃa cada una de las catorce regiones de Roma creadas por Augusto, los cuales gozaban de administración propia en la persona de los vicomagistri. Plinio el Viejo afirma que, entre 73 y 78 d.C., perÃodo en que fueron censores el emperador Vespasiano y Tito, Roma estaba dividida en 165 vici. Por su parte, los Regionarios, una recopilación del siglo IV, nos habla de 307 vici.
Asà pues, entre 73 d.C. y 345, fecha intermedia entre el año 334, a partir del cual fue recopilado el más antiguo de los Regionarios, la Notitia, y el año 357 d.C., la fecha en que se realizó el último, el Curiosum, el número de vici aumentó en 46 unidades, lo que supone un crecimiento territorial de la ciudad del 15,4%. También se produjo un incremento -en concreto, un 16,6%- en el número de los beneficiarios de la Annona entre César y Augusto, momento en que alimentaba a 150.000 personas, y comienzos del reinado de Septimio Severo, hacia 203, momento en que, según Casio Dio, la cifra habÃa aumentado hasta los 175.000.
">Podemos deducir por tanto, basándonos en estos datos que, en el siglo II, continuarÃa el crecimiento de la población de la ciudad de Roma en alrededor de un 15 – 17% con respecto a los datos del siglo I, lo que arrojarÃa un número total de habitantes entre 1.200.000 y 1.600.000. La cifra se confirma de nuevo por los datos conservados en los Regionarios, los cuales afirman que, en el siglo II d.C., la Urbs albergaba, además de aproximadamente 50.000 ciudadanos varones, a un número superior de extranjeros, libertos, mujeres y esclavos.
">Se trata, sin duda, del momento de mayor expansión demográfica de la ciudad en la Antigüedad. A partir del siglo III, la crisis económica, las incursiones bárbaras, y el traslado de la capital a Rávena producirÃa un progresivo abandono y decadencia de la ciudad, la cual verÃa reducido el número de sus habitantes drásticamente, consolidándose esta situación en la Edad Media y prolongándose en la Edad Moderna, a pesar de constituirse en ciudad papal. En 1871, fecha en que Roma fue elegida la nueva capital de la Italia unificada, la ciudad solo contaba con una población de poco más de unos 212.00 habitantes. La antigua Urbs ">no alcanzarÃa una población similar a la que poseyó en la Edad Antigua hasta la década de 1940.
1.- La Annona, anona o cura annonniae, dirigida por un praefectus annonae, tenÃa como función paliar los efectos del hambre entre los ciudadanos varones pobres de la ciudad de Roma, entregando a los mismos una ración gratuita de grano.
2- Las diferentes leges frumentariae, la primera de las cuales se aprobó bajo el tribunado de Cayo Sempronio Graco, obligaban al Estado a vender a la población pobre de la ciudad de Roma grano a un precio bajo y uniforme. La cuantÃa de dicho precio será motivo de la aprobación y cancelación de las sucesivas leges frumentariae